Argentina // 2022-03-13
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Panorama Político
Zugzwang
La economía de Mendoza no remonta y esto afecta el empleo y los ingresos. Mientras, el gobernador Suarez se siente “destratado” por no poder visitar Santiago. El radicalismo, con ayuda de De Marchi, consigue avanzar con su “Reforma institucional”. Obtiene media sanción en Diputados el acuerdo con el FMI, que dejó como saldo deserciones e incertidumbre.


El salario del miedo: Mucho se habló del sector vitivinícola la semana anterior y de lo bien que les fue en 2021 producto de la mejora de los precios internacionales, el sostenimiento del mercado interno y el apoyo brindado por el Estado Nacional a las pymes que exportan hasta un  millón de dólares, al eliminar o reducir a la mitad los derechos de exportación que debían aportar antes  estos pequeños productores. Pero la realidad de Mendoza es mucho más compleja y no tan entusiasta. La provincia en términos generales muestra un crecimiento por debajo de los parámetros nacionales que resulta muy llamativo. Este menor  crecimiento se refleja de manera clara en el sector del empleo, marcando la razón del malestar de las y los trabajadores en general y del sector privado en particular.

En el último informe Anual 2021 y Perspectivas 2022 de la Economía de Mendoza  publicado por la Fundación Mediterránea, una de las referencias liberales más connotadas del país, deja a las claras cómo actuó el empresariado local luego del parate producto de la pandemia del 2020. “La fuerte recuperación de la economía y del Empleo Total NO se evidenció en el Empleo Privado Formal Asalariado. En Mendoza, este indicador a pesar de haber caído más fuerte que el promedio nacional en 2020, durante 2021 tuvo una recuperación más lenta”. Esta es una de las características más acusadas de la economía provincial: no genera empleo suficiente y el que hay es mal remunerado y tiende a la estacionalidad o cuando no, a la precariedad. En este sentido, el notorio aumento de las altas en el monotributo corrobora el modelo distorsionado de contratación que aplican los sectores que más  personas emplean, fundamentalmente el sector de servicios.

En Mendoza solamente se recuperó un 25% de los empleos privados formales perdidos entre 2019 y 2020 mientras que en la Nación se recuperaron el 50%. La baja performance del Empleo Privado Formal en Mendoza no es nueva en la provincia sino que data de varios años atrás. En Mendoza durante los últimos 10 años, no solamente no ha aumentado este tipo de empleo, sino que se ha reducido en un 3% en total.

El otro factor clave en incidencia del Mercado Laboral como motor de la economía mendocina está dado por el Poder Adquisitivo de los Salarios. En gran parte del año, el poder adquisitivo de los salarios privados formales,  continuaron cayendo y en el tercer trimestre comenzaron a mejorar lentamente. En 2021 habría continuado la tendencia decreciente de hace varios años,  donde los salarios en Mendoza pierden cada vez más respecto al promedio nacional.

Durante los últimos 10 años, Mendoza es una de las provincias de Argentina donde más cayó el poder adquisitivo de los salarios privados formales. La influencia final del Mercado Laboral sobre el nivel de actividad económico de la provincia está dado por la dinámica del poder adquisitivo de la Masa Salarial. Como ésta volvió a caer durante el 2021, el motor interno del Mercado Laboral terminó siendo contractivo para la economía provincial”.

La debilidad principal de Mendoza es que es un estado fuertemente endeudado que requiere refinanciamientos periódicos. Tanto ANSES como el Banco Nación que son los principales prestamistas en pesos, la han ayudado sustancialmente. Pero también tiene deuda dolarizada contraída en épocas de la dupla Cornejo/Macri. Rodolfo Suárez y su séquito reclaman permanentemente por mayores aportes discrecionales de la Nación pero no se puede ocultar que en 2021 los ingresos del sector público provincial crecieron por encima de la inflación, pero mucho más crecieron los intereses de la deuda (66%) y las erogaciones de capital (256%).

Esa es la principal fuente de insatisfacción de las y los mendocinos que el gobierno de Cambia Mendoza no se plantea modificar. Echarle las culpas a otro siempre es más fácil, sobre todo cuando la pauta para las empresas de medios es suculenta.

Cuando ´pa Chile (no) me voy: Luego de haber manifestado abiertamente y en reiteradas ocasiones su preferencia por el modelo neoliberal que encarnaba el saliente presidente chileno Sebastián Piñera y su cuestionado continuador José Antonio Kast, ahora el gobernador se sintió “destratado”, término netamente “cobiano” si los hay, por no haber sido invitado a participar de la comitiva que acompañó a Alberto Fernández  para la asunción del nuevo presidente,  Gabriel Boric.

Para aumentar el tono melodrámatico que le  gusta interpretar en su relación con Fernández, Suarez le envió una carta al jefe de Estado entrante para explicar el motivo de su “sensible” ausencia.

“Hubiese querido acompañarlo personalmente en este acto tan trascendente para su Nación y su persona, sin embargo, no he sido invitado a ser parte de la delegación oficial de la República Argentina. Hizo referencia a que “Mendoza mantiene un histórico vínculo de hermandad con la República de Chile y constituye la más importante vía de comunicación terrestre entre ambas naciones”, información que seguramente Boric desconoce.

“No invitan al gobernador de la provincia donde está el paso más relevante, comercial y turístico (Cristo Redentor), pero invitan a una legisladora nuevita del sur (la diputada Liliana Paponet)”, dijeron enojados fuentes cercanas a su despacho. Más allá del tono machista y discriminador, se ve que la reciprocidad en la construcción de las relaciones políticas no está en el manual de estilo del gobernador.

En fin, este tipo de montajes con maquillaje y fotoshop son los que se suelen llevar las marcas de la prensa y no los problemas reales de falta de oportunidades, bajas remuneraciones, inseguridad creciente, entre muchos otros, que nos toca padecer a las y los comprovincianos del acongojado Rody.

Boleta Única de Papel: Tuvo media sanción por parte del Senado el proyecto para incorporar la boleta única de papel en las elecciones provinciales. La propuesta que en términos generales es  similar el modelo cordobés, se incluyó con la opción de lista completa.

La votación se aprobó con 25 votos del oficialismo, el partido Verde y el FIT y  12 negativos todos del PJ, pasando a la Cámara de Diputados en revisión. Los liberales marcaron una disidencia en el tratamiento en particular, al abstenerse de votar los incisos correspondientes a la lista completa, que había cuestionado seriamente Omar De Marchi, pero luego acordó con Cornejo acompañarla en general.  Esta iniciativa instrumental es la que planea el oficialismo enmarcada pomposamente como la “Reforma Institucional”.  Pronto será ley. 

El acuerdo con el FMI en Diputados: En el cuento policial “Zugzwang” de Rodolfo Walsh, el narrador y el comisario Laurenzi juegan al ajedrez.  El primero explica al  comisario lo que  significa  un Zugzwang:

“—La posición de zugzwang  es en ajedrez aquella en que se pierde por estar obligado a jugar. Se pierde, porque cualquier movida que uno haga es mala. Se pierde, no por lo que hizo el contrario, sino por lo que uno está obligado a hacer”.

Una negociación con el FMI se asemeja parcialmente a esa situación: no existen las buenas jugadas, los buenos acuerdos. Cualquiera sea la movida que haga el gobierno de turno siempre será más o menos  mala. Incluso  aquel  acuerdo  que hizo Néstor Kirchner con el FMI en el 2003,  para reestructurar la  deuda que Argentina tenía  en default. También en aquel momento el FMI exigió, para destrabar el préstamo,   ajuste, superávit fiscal,  reformas estructurales, etc. Lo demás es historia conocida. Después de un año, en setiembre del 2004 Néstor Kirchner decide  no firmar la renovación de este compromiso. Luego de pagar unos de US$ 17.000 millones entre 2003 y 2006 se alejó del FMI y canceló  la totalidad de la deuda con el FMI en enero del 2006, con un desembolso de USD 9.810 millones. De allí en adelante  no se volvió a recurrir al Fondo hasta que Mauricio Macri, en mayo 2018, tomó la deuda monumental que hoy se debate en el Congreso Nacional. Aquí hay una enseñanza que resulta sustancial: la firma de un acuerdo es el inicio de un proceso, no su conclusión. Tal como lo demostró Néstor Kirchner, de una reestructuración o negociación casi siempre desventajosa, se puede avanzar  hacia un escenario económico y social absolutamente favorable. Esto dependerá  definitivamente de las decisiones que  se adopten luego de haber dado aquel primer paso.  Sin este primer acuerdo que se firmó en el 2003 muy otra hubiese sido la historia de los gobiernos del peronismo kirchnerista.  Lo demás es historia conocida. Sin embargo también en aquel 2003,  la oposición calificó de “criminal” ese acuerdo.

Hoy Alberto Fernández enfrenta, en un contexto muy diferente, dilemas similares. Habiendo heredado una economía en caída libre, enfrentado una pandemia impiadosa y recibido como herencia  una deuda criminal,  ha logrado lentamente tonificar algunas variables económicas, cumplir con los compromisos financieros internacionales, avanzar en la conquista de derechos sociales, poner en marcha un programa de salvataje de empresas castigadas por la situación sanitaria,  sostener con políticas activas el nivel de empleo e ingresos, asistir a los sectores sociales más castigados y, desde lo político, sostener la unidad política de la coalición de gobierno.  Los comentaristas de la política, opositores al gobierno y algunos de su propia alianza, han señalado reiteradamente que esto no alcanza. Sin dudas que están en lo cierto. Nadie mejor que el propio gobierno es consciente de esta situación. Pero de este lugar no se sale  si no se adoptan las decisiones que hacen falta,  incluyendo algunas antipáticas, y que “no pagan” políticamente en lo inmediato,  como lo es sin dudas el acuerdo con el FMI.

Muchas de estas objeciones se escucharon el debate que se dio en la Cámara de Diputados esta semana, donde el proyecto fue aprobado con 202 votos afirmativos, 37 negativos y 13 abstenciones, obteniendo así  su media sanción.  Aunque no sorprende, desde una perspectiva más estructural, hay que subrayar que, entre quienes votaron en contra del proyecto,  28 de ellos son diputados de La Cámpora y el Frente Patria Grande, todos parte del Frente de Todos, mientras que 13 de ellos se abstuvieron.

Más allá de las consecuencias políticas que acarreará esta decisión de votar en  contra de un proyecto que resulta sustancial para el futuro de todos los argentinos y, en particular del  gobierno del Frente de Todos, hay que subrayar:

. La deuda con el FMI la tomó Mauricio Macri y no el gobierno Alberto Fernández. La promesa del Frente de Todos en campaña fue afrontar este problema y solucionarlo ya que, como lo señaló el propio presidente, “Sin acuerdo, no teníamos un horizonte de futuro. Con este acuerdo, podemos ordenar el presente y construir un futuro"

. La negociación que llevó adelante el gobierno Alberto Fernández, no fue realizada de espaldas a la ciudadanía ni de su clase dirigente. En todo momento el presidente señaló “en qué situación estamos, hacia dónde queremos ir y qué perspectivas tenemos” .

. Hay que tener presente que el acuerdo es parte de un proceso mucho más amplio. Lo dijo en su momento Alberto Fernández, “A nuestro juicio el problema de la deuda hay que verlo como una secuencia, y no como un punto definitivo de llegada lo que podamos encontrar con el Fondo o acordar con el Fondo”. En consecuencia, este proceso tendrá nuevos capítulos y serán las decisiones futuras las que terminarán por configurar el escenario definitivo. El mismo  premio Nobel de Economía Joseph Stiglitz  afirmó que “El nuevo proyecto de acuerdo con el Fondo Monetario Internacional permitirá que la economía argentina crezca mientras el Gobierno continúa con sus acciones encaminadas a reducir la pobreza y bajar gradualmente la inflación".

. El presidente Alberto Fernández, cumpliendo con la Constitución Nacional, envió el proyecto de acuerdo al Congreso Nacional, cosa que no hizo Mauricio Macri y por lo cual fue denunciado, en su momento,  por  los delitos de abuso de autoridad y violación de los deberes de funcionario público.

. Otro argumento que se ha venido sostenido es la alternativa de no pagarle al FMI. Es por lo menos ingenuo, por no decir irresponsable, creer que en un mundo interdependiente se puede enfrentar exitosamente a las economías más desarrolladas del planeta sin hacerles pagar costos insostenibles a la población. No es realista encontrar financiamiento internacional en default,  con una deuda que además es al menos cinco veces más abultada de la que encontró Néstor Kirchner. “Nuestro planteo no es no pagar, nuestro planteo es que hablemos sensatamente, que hablemos francamente. No puede ser que el FMI sirva para financiar proyectos políticos y no para financiar países.”, afirmo en su momento el presidente.

. Difícilmente, como señalan los detractores del acuerdo, al presidente o a su equipo negociador le falto firmeza o le flaquearon las convicciones.  Claramente AF no fijó unilateralmente las reglas en la que se desarrolló la negociación y menos aún contaba con una relación de fuerza que le permitiera mejores resultados.  De aprobarse el acuerdo, gana tiempo, lo que no es poco teniendo en cuenta que este año se deberían desembolsar casi 20 mil millones de dólares.  También el novel pero eficiente  jefe del bloque del Frente de Todos, Germán Martínez,  enfatizó que el aspecto central de la jornada fue haber obtenido  un  tiempo de gracia, hasta 2026,  que dará alivio al país y tiempo para recuperarse.

Queda claro que las disputas de palacio no les interesa a la gente de a pie,  a quienes, a pesar de la mejora de muchas variables, no le llega el alivio económico que necesita con urgencia.  Quienes formando parte del oficialismo buscan diferenciarse, seguramente tienen razones para hacerlo, pero en una coyuntura como la que atraviesa el país, difícilmente pueda ser comprendido por una enorme mayoría de argentinos.

El oficialismo, y cada una de las fuerzas y espacios que integran el Frente de Todos, saben con claridad que no hay,  para ninguno  de ellos, 2023 sin 2022. De allí que poner en juego la unidad es también arriesgar el futuro del peronismo en el poder. Es necesario que los compromisos  que asumió el presidente el 1 de marzo  en la apertura de las Sesiones Ordinarias pueda cumplirlos y eso solo será posible, aunque no exclusivamente,  si se aprueba el acuerdo alcanzado con el FMI.


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