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Para entender el conflicto entre Ucrania y Rusia, tenemos que situarnos en la Guerra Fría, en 1989; cuando Estados Unidos, la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y la Comunidad Europea ganaron ese enfrentamiento y definieron las reglas del juego del sistema internacional y Rusia quedó a un lado. Así inició una tensión con el mundo occidental.
A nivel local, es un poco más complicado; cuando la Guerra Fría llegó a su fin y se disolvió la Unión Soviética – en ese momento conformada por 15 repúblicas – muchas naciones dependían entre sí. Inicialmente, al ser Ucrania un Estado agrícola y Rusia uno Industrial, necesitaban mantener lazos comerciales y de seguridad, ya que una parte del ejército de la URSS quedaba en Ucrania y otra en Bielorrusia. Esto significaba, que, si el Kremlin quería recuperarse, debía mantener una relación cercana con todos los ex estados soviéticos. Pero esa relación cercana se vería interrumpida por el deseo de Ucrania de tener mayor independencia política y, por ende, de hacer parte de la Unión Europea y la OTAN, algo que incomodó a Rusia por varios motivos.
Uno de ellos es que, si entraba a esta Alianza Atlántica, no podría tener en su territorio tropas de un país tercero que no pertenezcan a la organización, es decir, que Rusia tendría que buscar otro puerto para situar su flota y Ucrania, podría albergar tropas y misiles de cualquier miembro de la OTAN.
Hay que tener en cuenta que, cuando Ucrania era parte de la Unión Soviética, en la península de Crimea, se fortaleció la base naval mas importante de la flota sur, por eso la importancia del control del Mar Negro. A esto se suma, que gran parte del gas que Rusia provee a Europa debe pasar por Ucrania. Por tal motivo, Putin ordenó la construcción del gasoducto Nord Stream 1 y 2, que le permite transportarlo directamente hasta Alemania, sin tener que atravesar territorio ucraniano. El cual no había entrado en funcionamiento debido a que la Unión Europea y Estados Unidos no lo habían permitido para evitar así, una posible invasión a Ucrania.
Ahora bien, volviendo a la península de Crimea, luego de las manifestaciones conocidas como Euromaidán, el 27 de febrero de 2014 varios grupos armados prorrusos apoyados por Moscú y tropas rusas, tomaron las principales instituciones de Crimea, cortaron las comunicaciones con Ucrania e izaron banderas rusas. A raíz de eso, Putin hizo un referendo donde los habitantes (en su mayoría ruso parlantes) votaron por la independencia de Crimea y Sebastopol. En cuestión de días firmó la anexión de ambos territorios a Rusia, algo que la Unión Europea castigo con duras sanciones económicas. He ahí, la raíz de la disputa que hoy se ha convertido en un conflicto armado y que ya se ha cobrado más de 14000 muertes en los últimos 8 años.
¿Y por qué a Rusia le conviene que haya territorios separatistas? Como el principal objetivo de Rusia es que Ucrania no entre en la OTAN, para impedirlo la opción más sencilla seria que este país se adhiera a las organizaciones creadas por el Kremlin para competir con Occidente, que son la Unión Económica Euroasiática y la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva. Si lo hicieran no tendrían opción de escoger. El problema es que Ucrania no ha querido unirse, y es que éste, ha sido un país proeuropeo, el cual quiere pertenecer a la Unión Europea y a la OTAN; ¿pero, y el 17,3% de la población ucraniana ruso parlante? Es cuestionado cómo el gobierno ucraniano tomó una decisión tan radical, como unirse a la Alianza Atlántica, sin reconocer los intereses de muchos de sus habitantes.
¿Entonces, qué es lo que quiere hacer Rusia para impedir que la Unión Europea y la OTAN no puedan incluir a Ucrania? Si dicho país está en guerra civil, esto no es posible, por ello a Rusia le conviene que existan movimientos independentistas en lugares ucranianos, como Donetsk y Lugansk.
La posición argentina, ante el reciente conflicto armado en Ucrania, tiene base en el principio de integridad territorial, pilar del derecho internacional, la cual se ajusta a nuestros intereses nacionales respecto de la cuestión Malvinas. El canciller Santiago Cafiero, en la reunión del Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, que se desarrollo el pasado 28 de febrero en Ginebra, pidió "el cese inmediato del uso de la fuerza en Ucrania" y condenó "la invasión" a ese país, así como "las operaciones militares en su territorio", y reivindicó el camino de "la diplomacia" para resolver el conflicto.