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La mayoría de las escuelas secundarias iniciaron la incorporación paulatina a la presencialidad de sus primeros años hace un par de semanas atrás. Desde este lunes se concretará la presencialidad plena en el nivel secundario, de modo que todos los cursos de todos los años retornarán a los colegios.
La Resolución 2919 de la DGE dispone la reanudación de la presencialidad progresiva en el nivel Secundario Orientado y Técnico y en la modalidad de Educación Permanente de Jóvenes y Adultos, tanto de gestión estatal como privada. A la vez, se le da autonomía a cada escuela para que se organice a fin de cumplimentar con dicha normativa.
Desde este jueves, las instituciones educativas “deben realizar las adecuaciones necesarias para desarrollar las clases bajo la forma de escolarización presencial, constituyendo cada curso y división como un agrupamiento único”, indican desde la DGE. Es decir, cada curso constituirá una “burbuja” como criterio epidemiológico en casos de aislamientos.
Con criterios ad hoc en cada escuela, de acuerdo a sus condiciones de infraestructura y las características de la población que atiende, directivas han organizado diferentes organigramas de retorno a las clases presenciales. Desde hace dos semanas, han probado modelos de cursado a fin de garantizar la educación y estar en regla con la DGE.
¿Cómo ha funcionado este sistema, sin criterios unívocos, y qué tanta presencialidad ha permitido hasta ahora?
Martín cursa cuarto año de la secundaria, en una escuela privada. Hace dos semanas se previó su retorno a clases, a modo de prueba piloto. En este caso, se dividió un curso de 32 alumnos en dos burbujas: A y B. Martín quedó agrupado en la burbuja B.
A poco de iniciarse la prueba de vuelta a la presencialidad, se detectó un caso positivo confirmado en la burbuja A, por lo que burbuja de alumnos y todos sus docentes quedaron aislados. Así las cosas, la burbuja B no comenzó la presencialidad, ni siquiera a modo de prueba piloto.
Noelia es profesora de secundaria. La docente enumera, en dos semanas de presencialidad “escalonada”: “Tengo tres cursos aislados completamente por registrarse casos positivos y ocho compañeros docentes aislados, por 14 días. A esto se le suman cinco alumnos en evaluación acompañada por tener saberes prioritarios adeudados del 2020 en 10 materias”.
Claudio Peña es director de escuela secundaria y miembro de APRODEME, la Asociación Profesional de Directivos de Educación Media de Mendoza, y plantea la necesidad de que la vuelta a clases presenciales sea gradual, “no todos juntos”, porque, entre otras deficiencias, faltan sillas en los establecimientos escolares.
Peña señala que este lunes prevén, desde su escuela, empezar con los siete cursos de primer año, prioritariamente por sus trayectorias débiles durante 2020, y luego con los cursos de quinto año, por tratarse de la finalización de un ciclo, por lo que considera central la presencialidad.
APRODEME hizo un relevamiento en escuelas y “en la mayoría faltan sillas para recibir a todos los alumnos”, informa Peña, a la vez que ahonda: “Tenemos entendido que se ha abierto la licitación, lo que es un proceso que lleva su tiempo, por lo que seguramente estén para febrero de 2022”.
Por otra parte, el directivo refiere que el regreso a la presencialidad en secundaria fue “una demanda de los chicos”, también: por la socialización que les implica, además de la aprehensión de saberes que posibilita. Así y todo, Peña remarca el aspecto de necesaria progresividad del retorno, de manera escalonada.
Ana, también directora de una escuela pública, ironiza: “Sin sillas, sin bancos, con estudiantes hacinados, porque aumentó la matrícula en estos años de 550 a 712, con los techos que se llueven hace seis años, con escasísimos recursos para lavandina y alcohol, tenemos que volver a la presencialidad completa y urgente porque ‘acá está Mendoza’”.
Desde el SUTE consideran que el regreso a la presencialidad en la secundaria es “improvisado”. “Establecieron primero el distanciamiento de un metro y medio, para después modificarlo. Ahí se pusieron de acuerdo el gobierno nacional con el provincial, para tener a los chicos amontonados en las escuelas”, dice Laura Espeche, secretaria de Acción Social del SUTE.
“Los docentes estamos vacunados, pero muchos estudiantes no, y esos chicos se pueden contagiar y llevar el virus a la su casa, porque la pandemia no terminó y seguimos contando muertos de Covid 19”, refiere Espeche, al subrayar que se trata de “una decisión irresponsable e inconsulta” por parte de la DGE.
¿Cómo cayó esto en las escuelas? La integrante del SUTE explica: “En las escuelas hay mucha bronca y enojo por esta situación. Faltan un montón de cosas. Las docentes y directivas siguen haciendo malabares para garantizar que las cosas estén”, cuenta Laura Espeche respecto al sostenimiento, en la diaria, de las clases presenciales.
Noelia, la profe de secundaria, refiere que lo que pasa en las escuelas, hoy por hoy, es parte de un “juego polémico” entre expectativas y realidad. Expectativas de presencialidad total, normalidad educativa, mejor rendimiento académico, versus una realidad de contagios, aislamientos, incumplimientos escolares, de protocolos e infraestructura.