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En estos meses de pandemia hemos asistido a numerosas acciones sin sentido que han puesto a la política, la salud y la economía en permanente tensión.
El boicot temprano por parte de la dirigencia política oficialista y empresarial de Mendoza, a las medidas de cuidado de la población que puso en marcha el Gobierno Nacional, nos ha llevado a un callejón sin salida. El tándem Cornejo, Larreta y Suárez, en su afán de diferenciarse de Alberto Fernández y su equipo, resolvieron, sin medir las consecuencias, flexibilizar todas las medidas que se habían impuesto en el marco de la cuarentena.
Abrir los bares, permitir el turismo interno, aflojar con las medidas de control de uso del barbijo y cupos en transporte público, nos ha llevado a estar en el triste cuadro de honor de las cinco primeras provincias en números de contagios y de colapso del sistema sanitario.
A excepción de algunos Intendentes peronistas, como Félix y Righi, entre otros, que se opusieron al turismo interno y al cruce de personas entre regiones, los demás Intendentes y en particular los del Gran Mendoza, mayoritariamente macriradicales, acataron las medidas del Gobierno Central y no hicieron más que ayudar a la estampida de casos de COVID 19 en esa región.
La importancia económica del verano en Mendoza
Dado el estado calamitoso de las finanzas provinciales, debido al irresponsable endeudamiento de Cornejo, sumado a la reducción de la actividad económica en pandemia, las decisiones tomadas hasta ahora, ponen en grave riesgo la competitividad de Mendoza como destino turístico en la próxima temporada de verano.
Nunca se debió arriesgar ese posicionamiento que nos hubiera permitido ser elegidos como zona sanitariamente segura.
Los beneficios económicos de una flexibilización temprana de actividades muy riesgosas desde el punto de vista sanitario, han sido mínimos. La apertura de algunos bares, restaurantes y hoteles, no alcanza a acumular divisas ni a mover sensiblemente la rueda del consumo y del trabajo.
Más que una decisión económica, evaluada y analizada con números concretos, se trató de una medida política, para asociarse con la posición anti cuarentena que despliega el macriradicalismo en todo el país. Y los resultados desastrosos están a la vista de todos.
Para Mendoza, estas decisiones inconsultas y desplegadas desde la más absoluta soledad social, le pueden infligir a Mendoza un costo incalculable. Hemos perdido el posicionamiento como zona segura sanitariamente, se vive una situación de zozobra y sálvese quien pueda, buena parte del Gabinete se encuentra en peligro de contagio; las posiciones “independentistas” de Cornejo y compañía, nos aíslan del resto del país y nos hacen objeto de burlas y memes en las redes; los comentarios apresurados de algunos funcionarios acerca de la no realización del Fiesta de la Vendimia, provocan zozobra y desánimo en todos los sectores económicos y creativos.
Esta sumatoria de desaciertos nos han llevado a perder de vista los objetivos estratégicos de la pospandemia colocándonos en un espacio de incertidumbre que no ayuda al debate de ideas constructivas, para innovar y salir gananciosos de esta crisis.
El verano turístico y cultural es una gran apuesta para Mendoza. Sabemos lo que significa desde el punto de vista económico, financiero, cultural, turístico, etc. Los números históricos de otras temporadas afianzan la importancia del impacto del verano para nuestra economía, el trabajo local y la marca Mendoza.
Todavía estamos a tiempo de modificar algunas de las decisiones que nos han llevado a arriesgarlo todo por un capricho político.
Convocar a todos al debate, aportar números y estadísticas que nos permitan decidir con datos y conocimiento, ser implacables con el oportunismo político que prioriza los temas partidarios antes que el interés colectivo; convencer a los fanáticos de la apertura, que es mejor esperar y no desesperarse por facturar un mínimo ahora, como está sucediendo. Que es mejor apostar fuerte a estar en las mejores condiciones para competir por la demanda acumulada turística nacional y limítrofe, que puede significar un gran flujo de divisas para Mendoza en el verano.
La meta tiene que estar puesta en bajar rápidamente los contagios, poniendo en marcha rigurosas normas de control sanitario, cerrando las actividades que están favoreciendo el despliegue comunitario del virus, llevando tranquilidad a las comunidades del Gran Mendoza y al sistema de salud, comunicando en forma efectiva y contundente de los peligros de una desatención de las normas de cuidado frente al COVID 19.
Estamos todavía a tiempo de revertir la desidia y la falta de estrategias claras que nos encolumne a todos los mendocinos tras metas compartidas y factibles de concretar.
Cuidarnos ahora y ser inflexibles con los oportunismos políticos, nos puede permitir pensar en un Verano Vendimia con todos los protocolos necesarios según el estado de la pandemia en diciembre y con un posicionamiento de Mendoza como territorio seguro para los visitantes.
Si no lo hacemos, serán San Juan y San Luis, que ya vienen obteniendo logros en este sentido, los elegidos en el verano 2021. Y ya no valdrán los lamentos ni las excusas.