Columnistas // 2020-07-13
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La guerra de Trump contra la OMS y el futuro del multilateralismo
El abandono de la OMS por EE.UU. no solo es una acción repudiable por su insolidaridad e inoportunidad sino también un acontecimiento que evidencia las múltiples facetas de la crisis global que enfrenta la humanidad y la necesidad de revitalizar el multilateralismo.


Entre los acontecimientos internacionales más relevantes de la última semana se destaca la formalización por parte del gobierno de EE.UU. de la decisión de retirarse de la Organización Mundial de la Salud (OMS), una movida que implica un multimillonario recorte de fondos al organismo sanitario de Naciones Unidas estimado entre el 10 y el 20 por ciento de su presupuesto total. El retiro de EE.UU., que fue notificado mediante una comunicación escrita remitida al secretario General de la ONU, Antonio Guterrez, tendrá efectos a partir de julio de 2021, cuando se cumpla el plazo de un año de su presentación, de acuerdo a las disposiciones que rigen la membrecía en la OMS. 

Tal acontecimiento merece una especial atención no solo por implicar una acción repudiable por su insolidaridad e inoportunidad sino también en tanto evidencia las múltiples facetas de la crisis global que enfrenta la humanidad desde tiempo atrás y que se acelera en el contexto de la pandemia de covid-19. El crítico estado de los sistemas de salud en los países desarrollados como consecuencia de la aplicación de políticas de ajuste y la débil respuesta de los foros y organismos internacionales y regionales ante la pandemia (temas analizados en un artículo que publiqué en que puede leerse aquí, la investigación de las causas de la pandemia y las eventuales responsabilidades de los Estados y organismos internacionales, la deplorable gestión de la pandemia por el gobierno de Trump, la disputa global entre EE. UU. y China, la crisis del multilateralismo, se entremezclan entre otras peliagudas cuestiones en la trama de la historia que enmarca a la decisión estadounidense. Me propongo tratar sintéticamente esas cuestiones poniendo especial atención el estado en el que se encuentra el multilateralismo. Repasemos primero lo ocurrido en la OMS: 

Kung Flu y la marioneta china: 

El ataque de Trump a la OMS ha estado vinculado desde un principio con el aumento de contagios y de muertes en EE.UU. como consecuencia del brote y asociado a la disputa geopolítica y comercial con China, sumando un capítulo sanitario a la misma. En efecto, desde el pasado abril el presidente estadounidense ha buscado culpar al gobierno chino por no hacer lo suficiente para detener la expansión del brote detectado inicialmente en la ciudad de Wuhan. Tal acción se produjo justo en el momento de instalación del epicentro pandémico en territorio estadounidense. En esa ocasión lanzó la amenaza del retiro de EE.UU. de la OMS, anunció la suspensión del aporte de recursos, sugirió que su gobierno podría demandar compensaciones económicas y calificó a esa agencia internacional como “marioneta de China”. Sostuvo Trump que "Si la OMS hubiera hecho su trabajo para que expertos médicos ingresaran a China para evaluar objetivamente la situación en el terreno y denunciar la falta de transparencia de China, el brote podría haberse contenido en su origen con muy pocas muertes".

Las respuestas desde el gobierno chino no tardaron en llegar: "Los responsables estadounidenses han ignorado la verdad en varias ocasiones y han proferido mentiras descaradas" , expresó el portavoz del ministerio de Relaciones Exteriores, Geng Shuang, a la pregunta sobre las declaraciones de Trump. "Solo tienen un objetivo: eximirse de cualquier responsabilidad sobre su propia gestión de la epidemia y distraer la atención pública", agregó.

Para entonces Trump ya se había referido al coronavirus como el “virus chino” (chinese virus).
Los aliados tradicionales de EE.UU., especialmente Reino Unido y Francia, coincidieron tanto en criticar la amenaza de su socio respecto de la OMS como en apuntar a China por sus presuntas responsabilidades en la expansión del virus fuera de sus fronteras. Echar las culpas al gigante asiático fue el denominador común de los gobiernos occidentales que demoraron la adopción de medidas sanitarias y pagaron un alto precio en vidas humanas como consecuencia de la desarticulación de sus servicios sanitarios en el marco de políticas de ajuste. 

La amenaza de Trump fue escalada en ocasión de la Asamblea General de la OMS, realizada mediante video conferencia en la segunda quincena de mayo. “Si la OMS no se compromete a importantes mejoras sustantivas en los próximos 30 días, haré permanente mi suspensión temporal de fondos a la OMS y reconsideraré nuestra afiliación al organismo”, señaló Trump en la carta que el mandatario publicó en su cuenta de Twitter. Horas antes, la OMS ya había aceptado someterse a una auditoría independiente, una propuesta liderada por la Unión Europea que contó con el apoyo de la unión de países africanos, Canadá, Rusia, Reino Unido, Brasil, Australia.

En su carta Trump denunció “una alarmante falta de independencia de la OMS de China”. “La única forma de avanzar para la OMS es si realmente es capaz de demostrar independencia de China”, afirmó.

El Secretario General de la ONU respondió al ataque de Trump sosteniendo que "no es el momento de reducir el financiamiento" que es "absolutamente esencial en los esfuerzos del mundo para ganar la guerra contra la covid-19", señalando que habrá tiempo después para estudiar "cómo reaccionaron todos aquellos implicados en la crisis".

En el relanzamiento de campaña por la reelección, Trump volvió a la carga en su batalla dialéctica contra China. En medio de las multitudinarias marchas contra la violencia policial contra la población negra bajo la consigna “Black Lives Matter” durante junio, el presidente estadounidense decidió relanzar su campaña en Tulsa, ciudad de Oklahoma en donde se produjo una de las más brutales masacres protagonizadas por blancos contra la población negra. Allí se refirió al brote pandémico como “Kung Flu”, vinculando las tradicionales artes marciales con la palabra inglesa que significa gripe. Distintas voces en EE.UU. y en el mundo se levantaron calificando a sus expresiones como xenófobas. 

Los EE.UU.: enfermos y solos

Trump finalmente formalizó la retirada de EE.UU. de la agencia sanitaria de Naciones Unidas el pasado 6 de julio. La decisión ha recibido una catarata de críticas de propios y extraños que han reflejado profusamente los medios de comunicación estadounidenses. 

Desde el campo republicano, el senador Lamar Alexander, presidente de la Comisión de Salud del Senado, expresó su desacuerdo con la decisión presidencial sosteniendo que “el retiro de la membresía de EE.UU. podría interferir, entre otras cosas, con los ensayos clínicos que son esenciales para el desarrollo de vacunas, que  ciudadanos de EE.UU. como otros en el mundo necesitan”. EE.UU. no podrá retirarse hasta el próximo año, luego de la elección presidencial. 

Los demócratas arreciaron con sus críticas. El senador Robert Menendez, miembro de alto rango en la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado estadounidense, expresó al referirse a la salida de la OMS que “Llamar caótica e incoherente la respuesta de Trump a COVID no le hace justicia. Esto no protegerá las vidas o los intereses de los estadounidenses: deja a los estadounidenses enfermos y a los Estados Unidos solos”.

El demócrata Joseph Biden, ex vicepresidente y aspirante a suceder a Trump, expresó en Twitter que reincorporará a la OMS “en su primer día como Presidente”.

Las críticas también llegaron de la presidenta de la Fundación de la ONU, Elizabeth Cousens, quien dijo en una declaración que “la acción de retirarse formalmente de la OMS en medio de la más grande crisis de salud pública que EE.UU. y el mundo ha enfrentado en un siglo es miope, innecesaria y inequívocamente peligrosa”.

Lawrence Gostin, director del Centro Nacional y Global de Derecho de Salud, organismo colaborador de OMS, ubicó al retiro “entre las más ruinosas decisiones presidenciales en la historia reciente” y agregó que “hará que los estadounidenses estén menos seguros durante una crisis de salud mundial sin precedentes” y “debilitará significativamente la influencia de los EE.UU. en la reforma de la OMS y en la diplomacia internacional en salud”.

Desde la Secretaría General de la ONU han tomado nota del retiro estadounidense de la OMS, aclarando que analizaran la pertinencia de la salida y que el gobierno de EE.UU deberá cumplir con los pagos de sus aportes hasta que se efectivice dentro de un año la pérdida de la membrecía. 

Por su parte, el director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, ha anunciado la creación de una comisión independiente para revisar la actuación de la comunidad internacional en la pandemia. La comisión estará presidida por la ex primera ministra de Nueva Zelanda, Helen Clark, y la ex presidenta de Liberia y premio Nobel de la Paz, Ellen Johnson Sirleaf, y contará con expertos independientes. 

La OMS ha acusado recibo del impacto de la arremetida estadounidense y ha elegido el camino de someter a evaluación lo actuado. Desde el organismo señalan que “la magnitud de la pandemia claramente merece una evaluación proporcional y honesta”, “nuestros sistemas no estaban listos. Nuestras comunidades no estaban listas. Nuestras cadenas de suministros colapsaron. Es hora de una reflexión muy honesta. Todos debemos mirarnos en el espejo: la OMS, cada Estado miembro, todos los involucrados en la respuesta. Todos”, ha señalado su Director General.

El doctor Tedros aseguró que no será un “informe que se pone en una estantería para que se llene de polvo”, sino que es algo que se toman en serio y que será cuidadosamente analizado y presentado oficialmente en la próxima asamblea anual de la Organización, en mayo de 2021.

Si el objetivo del gobierno de los EE.UU. hubiera sido provocar evaluaciones, revisiones y reformas en la OMS podría haberlo logrado evitando el costo demasiado elevado para la comunidad internacional y para la alicaída reputación internacional estadounidense que implica su decisión.

La OMS no solo enfrenta la pandemia de coronavirus que hoy desvela al mundo sino una amplia diversidad de amenazas sanitarias que afectan especialmente a los países más pobres del planeta. Al mismo tiempo cumple un papel difícil de reemplazar en las investigaciones y ensayos para encontrar respuestas sanitarias adecuadas a los desafíos de la pandemia y otras epidemias. 

Resulta improbable que la más importante potencia mundial no pudiera propiciar cambios en el organismo sin recurrir a una medida que lo daña en su legitimidad y en su operatividad.

Queda demasiado claro que la drástica medida adoptada por el gobierno estadounidense –una decisión letal si se considera el costo en vidas humanas que puede acarrear- se relaciona con objetivos de política interna de la administración Trump en un año de elecciones y a una pateada del tablero internacional en el juego geopolítico que sostiene en su competencia con China por la hegemonía mundial. se trata de una típica acción unilateral en un mundo en el que la profundísima crisis demanda más y mejor multilateralismo. 

Multilateralismo, la búsqueda de salida a la crisis

El unilateralismo de los gobiernos estadounidenses es una práctica que no resulta novedosa y que se ha registrado en las últimas décadas en de manera reiterada. Sin embargo, la asiduidad y gravedad de su ejercicio durante la gestión de Donald Trump ha llegado a niveles nunca registrados antes. El abandono de la Convención de París sobre Cambio Climático, el retiro del acuerdo sobre el programa nuclear iraní y el restablecimiento de sanciones a ese Irán, el ataque al rol de la ONU y la amenaza de la suspensión del aporte de fondos, la salida del Tratado del Transpacífico, entre otras acciones unilaterales, siguen un mismo patrón de conducta, el ataque abierto al multilateralismo que también se evidencia en la medida adoptada en relación con la OMS. 

Tampoco se trata de una exclusividad estadounidense. Difícilmente se pueda encontrar alguna potencia de primer orden que no practique alguna forma de unilateralismo, aunque seguro que ninguna con niveles equivalentes a los que practica el gobierno estadounidense. Rusia ha sido acusada de actuar unilateralmente en ocasión de la anexión de Crimea, China en sus acciones de instalación de islas artificiales en el disputado Mar de China Meridional.

Asimismo, ya es histórico el unilateralismo ejercido por el Reino Unido en Malvinas, año a año denunciado por la Argentina en el Comité de Descolonización de la ONU o el remozado unilateralismo británico tras el Brexit que se ha manifestado en la semana que pasó en el anuncio por parte del ministro de Relaciones Exteriores, Dominic Raab, de una serie de sanciones a nacionales de Arabia Saudita, Rusia, Myanmar y Corea del Norte con bloqueos de activos y prohibiciones de ingreso al país. Antes del Brexit, medidas de tal naturaleza quedaban comprendidas en los compromisos que mantenía el Reino Unido como parte de la Unión Europea y de Naciones Unidas.  

La crisis del multilateralismo ha sido anunciada, descripta y estudiada desde hace largo tiempo pero adquiere un cariz especialmente grave en el actual contexto global de desafíos sin precedentes que presenta la pandemia de coronavirus. Se trata de un fenómeno que tiende a exteriorizarse tanto en los ámbitos internacionales como son la ONU y los organismos que forman parte de su sistema, el G20 y otros foros mundiales, como también en los ámbitos regionales. De hecho, la crítica situación de los organismos regionales latinoamericanos puede calificarse como de crisis del multilateralismo en una región en la que cunde la desintegración y las tendencias centrífugas. 

El Secretario General de la ONU acaba de referirse, a través de una carta titulada “Alerta Global”, a los desafíos que enfrenta el mundo, a la necesidad de replantearnos el modo en que cooperan las naciones y la importancia de propiciar un multilateralismo en red, más inclusivo y eficaz. 

De su análisis merece ser destacada su perspectiva de que “debemos replantearnos la forma en que cooperan las naciones. El multilateralismo de hoy en día carece de escala, ambición y fuerza, y algunos de los instrumentos que sí la tienen demuestran poca o ninguna intención de ejercerla: prueba de ello son las dificultades que enfrenta el Consejo de Seguridad”. Asimismo resulta resaltable su visión de que “Un nuevo multilateralismo eficaz, inclusivo y en red, basado en los valores perdurables de la Carta de las Naciones Unidas, podría sacarnos de nuestro sonambulismo y evitar que sigamos deslizándonos hacia un peligro cada vez mayor”.

Lo que omite abordar Guterrez en su análisis es la mención a la necesaria reforma de las instituciones multilaterales en base a criterios que tiendan a una creciente democratización de los ámbitos de debate, decisión e implementación de las medidas de cooperación internacional y de aplicación del derecho internacional. El agotamiento del modelo institucional y burocrático de los organismos internacionales y regionales está quedando en evidencia con la profundización de la crisis con la pandemia. El abordaje de su rediseño es una tarea que no admite demoras. 

Dejar atrás el unilateralismo, fortalecer el multilateralismo en un mundo que tiende a complejizarse como consecuencia del tránsito hacia la multipolaridad y crear condiciones de cooperación en favor de la adopción de políticas de desarrollo que permitan encontrar horizontes de salida de la crisis global del capitalismo requiere de una nueva arquitectura de los organismos internacionales y regionales que no se vislumbra en la actual agenda de los líderes políticos y de los organismos internacionales. 

Se trata de una tarea urgente en un mundo en el que las urgencias y desafíos se multiplican día a día. Es por ello que si no se identifica claramente su nivel de prioridad en la vasta agenda de emergencia y se aborda enérgicamente tal tarea arquitectónica seguirá imponiéndose la lógica de la fuerza y la prepotencia unilateral de los poderosos por encima del derecho internacional y de los objetivos del desarrollo y la cooperación en favor de toda la humanidad.


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