Argentina // 2020-07-09
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Primera parte
La obra que bendijo a Capote con una maldición: A sangre fría
Muerte, arte, glamour, sangre, alcohol, drogas y una obra paralela. La espiral en que cayó Truman Capote con su obra maestra bien podría haber sido una historia de algún escritor de la Beat Generation, pero fue real, para bien o para mal. 

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La vida de Truman Capote estuvo plagada de pasiones. Basta con echar ojo a sus amistades, obras e incluso los hábitos que lo llevaron a perder la vida en 1984, a sus 60 años. Entre sus trabajos destacan “Breakfast at Tiffany's” (1958), “Miriam” (1945) y “A sangre fría” (1966). Este último lo catapultó a la fama mundial y le valió un lugar en la historia como gran exponente de la non-fiction novel. La obra fue llevada al cine un año más tarde por Richard Brooks y tuvo múltiples nominaciones a los premios de la Academia.

Pero ¿Quién fue Truman Capote?  

Truman Streckfus Persons nació el 30 de septiembre de 1924 en Nueva Orleans. Sus padres Nina y Joseph Persons se divorciaron unos pocos años después. 

En 1927, fue enviado a vivir con tres mujeres mayores y un tío a una comunidad rural de Alabama. Allí, propio de la época y más aún en los estados sureños, imperaba el rechazo ferviente contra la comunidad LGBTQ+. Truman, que ya de pequeño sabía que le gustaban los hombres, se sentía ajeno al mundo que le rodeaba y, para combatir este sentimiento, desarrolló una simpatía que en su edad adulta le valdría la aceptación de importantes círculos sociales. En 1933 se mudó a Nueva York con su madre, que había contraído nupcias nuevamente con un empresario de apellido Capote. El hombre adoptó a Truman como su hijo y le dio el apellido con el que hoy lo conocemos. 

 

Capote poseía una excepcional capacidad de observación y una narrativa que le hicieron descubrir una fuerte vocación con las letras, y pensaba aprovecharla no para obtener rédito económico, sino para ubicarse en una posición superior en relación con quienes lo humillaban por su orientación sexual.

Publicó gran cantidad de historias cortas, siendo la más notable “Miriam”, publicada en 1945 en una edición de la revista “Mademoiselle” y que le valió el premio O. Henry en la categoría mejor primer historia. A esto le siguió la publicación de “Breakfast at Tiffany’s” en 1948, su primer libro y best-seller, que luego fue llevado al cine de la mano de Blake Edwards y con Audrey Hepburn en la piel de Holly Golightly. Truman se pronunció en disconformidad con la película pues, a su parecer, el final no era fiel en lo más mínimo a su libro, es más, admitió odiar el largometraje. 

Luego de sus pequeños éxitos, Capote se convirtió en un colaborador regular de The New Yorker, revista americana semanal. En noviembre de 1959, se comunicó con una amiga y le comentó que se estaba debatiendo entre varias temáticas para un nuevo artículo; una de ellas era el caso de una familia asesinada en un pueblo de Kansas, y su amiga lo convenció de tomar ese caso, argumentando que sería fácil. Poco sabía de que esa decisión sería la piedra angular del ascenso a la alta sociedad y también causa de la debacle del escritor.

Truman partió hacia Holcomb con Harper Lee (autora de “Matar a un ruiseñor”) para entrevistar a quienes vivían allí y no sólo averiguar los pormenores del crimen, sino también entender cómo el suceso había afectado a sus habitantes, el impacto que produjo en una comunidad tranquila que dejaba las puertas sin llave en la noche.  

De igual manera, sus pretensiones no fueron fáciles de satisfacer. Capote tuvo que ganarse la confianza de la gente que lo veían como un sujeto chocante, tanto por su actitud extrovertida como por su pública orientación sexual. La ayuda de Harper fue muy importante para él, lo convenció de continuar con la investigación luego de que, al tercer día de llegar y viendo que sus esfuerzos no daban frutos, el escritor manifestó su deseo de abandonar el pueblo. Entrevistaban sin grabadoras ni libretas, pues para Truman esto quitaba la espontaneidad a la charla. Se había entrenado para recordar con un noventa y seis por ciento de fidelidad lo que relataban los testigos. Por la noche, él y Harper tomaban notas por separado de lo  escuchado durante el día y cotejaban sus testimonios. Tal fue el impacto que Lee tuvo en la obra de Capote, que éste le dedicó el libro a ella, además de a su pareja. 

“Para Jack Dunphy y Harper Lee, con cariño y gratitud.”

 


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