Argentina // 2020-07-05
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La resiliencia de la juventud como salida a la crisis económica
El desafío de la reconstrucción para crear una verdadera sociedad de las oportunidades.


Continuando el camino de la deconstrucción que nos planteamos en la nota anterior “Deconstruyendo el adulcentrismo y la utopía de un nuevo contrato social” y sobre todo el debate del nuevo contrato social, que nos invita a adoptar una mirada más de escucha y reflexión. Un nuevo contrato que ponga el foco en el otro/a. En estas líneas abordaremos como otro/a a la juventud, su capacidad de resiliencia y su inevitable optimismo que será importante para salir de la crisis económica.  

 

El mundo atravesó a lo largo de la nuestra joven historia muchas pandemias, por tan solo mencionar algunas, por ejemplo, durante la Edad Media “la peste negra”, las enfermedades como la gripe, el sarampión y el tifus, provenientes de Europa que arrasaron con la población de América en la época de la conquista, las cifras indican que murieron entre 30 y 90 millones de personas, entre otras tantas más. Pero lo cierto es que el mundo jamás enfrentó un “Estado de cuarentena global” que nadie imaginó ni predijo realmente.

 

En la actualidad, casi un tercio de la humanidad se encuentra en situación de  Aislamiento Social Obligatorio y Preventivo (ASPO). Por un lado, podemos observar como se cierran fronteras , abundan los controles internos, se expande el paradigma de la seguridad y el control, se exige el aislamiento y el distanciamiento social, se desmorona la economía mundial y se dispara el desempleo, sobre todo en los jóvenes.  

 

Antes de la pandemia éramos la “generación Z”, ahora muchos ya nos han bautizado como la “generación confinada” o “generación de la cuarentena”, y es uno de los sectores sociales que más afectado se ve. La Organización Internacional del Trabajo (OIT) alerta de que podría convertirse en una suerte de nueva “generación perdida”. Uno de cada seis jóvenes en el mundo hoy está desempleado por la pandemia, y los que siguen trabajando han visto reducidas sus horas laborales y, por tanto, sus ingresos. En Argentina muchos pensamos que hay riesgo de que el elevado desempleo juvenil y la falta de políticas integrales para este sector de la sociedad derive en un problema estructural, tal como lo es hoy la pobreza. 

 

Pero el problema es aún más preocupante cuando observamos a los treintañeros. Los que emergieron al mercado laboral en plena crisis económica allá por el 2008/2009, salieron de ella con trabajos precarios y con graves problemas para “Proyectar Más Allá (PMA)”. Ahora, justo cuando muchos parecían alcanzar la estabilidad, la pandemia ha asestado un duro golpe a sus expectativas. Una duro revés laboral, económico, pero sobre todo psicológico.

 

Dicho esto, y formando parte de esa generación, surge el primer interrogante. ¿Hay espacio para ser optimista?  Abordando el optimismo desde el punto de vista de la inteligencia emocional, podríamos decir que  es una actitud que impide caer en la apatía, la desesperación o la depresión frente a las adversidades. Entonces si, tiene que haber espacio. Pero debemos asumir una de las enseñanzas que nos está dejando el coronavirus: “no existen las certezas”


 

Sin duda, el debate por el Nuevo Contrato Social, dependerá en parte del ritmo con el que se recupere la economía,  de la misma depende si se llegará a la destrucción o creación de empleo. Si la crisis es relativamente corta y la situación sanitaria sigue controlada, es de esperar una recuperación laboral más rápida. Aun así, parece evidente que las políticas públicas van a resultar indispensables. También un plan especialmente ajustado a las necesidades de la juventud, ya no más programas de emergencia, el camino es la apuesta con una política integral que le permita desarrollarse a la juventud y con ello encaminar la recuperación económica en Argentina. 

 

Por último, recordar que durante la pasada crisis económica del 2002, fueron muchos los jóvenes que hicieron las maletas y se fueron del país. Con su marcha, no solo se quebraron vínculos afectivos, también se perdió un importante capital de ilusión y talento. La situación no puede volver a repetirse; la juventud debe ser el centro estratégico para el fondo pujante del Nuevo contrato, ya que no se trata únicamente de fortalecer lo destruido por el virus, sino de aprovechar la reconstrucción y crear una verdadera sociedad de las oportunidades.

 


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