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Remontémonos al pasado, unos 40.000 años A.C, para ser más exactos, encontraremos en rincones del mundo las famosas cuevas. En ellas, nuestros antepasados del paleolítico, mesolítico y neolítico, han dejado a su paso una serie de pinturas y grabados en las paredes, que al día de hoy persisten .Estas fueron realizadas con materiales naturales como el carbón, o grasa animal. Su temática es similar, no importa en qué parte del mundo se encuentren, en ellas observamos animales, manos humanas, y figuras geométricas.
Realmente en este post no indagaremos en el significado de las obras, sino en el acto en sí de plasmar una imagen sobre pared.
Las dos caras de una misma moneda
Analizando este acto, nos damos cuenta que el ser humano ha mantenido la conducta de pintar las paredes hasta el día de hoy. Antes se realizaba en una cueva o alguna roca, más tarde ya en sociedad, las calles se volvieron los lienzos, como por ejemplo en Pompeya y Herculano, donde tenemos el primer registro del denominado “graffiti”, datado en el 70 D.C. Estos consistían en fechas importantes, poesía, imágenes de gladiadores, penes, insultos, y el famoso “yo estuve aquí”, que por su valor histórico, se conservan hasta el día hoy.
Si caminamos por nuestras ciudades, no hay duda de que encontraremos algún graffiti, de todo tipo, desde tipografías muy elaboradas casi ininteligibles hasta un “Fernanda te amo”. Pero, ¿Qué pensamientos nos movilizan al ver estas pinturas? Algunos nos maravillamos con la calidad de color o contenido, otros pensamos ¿Cómo hizo para llegar ahí?, sin embargo, hay quienes piensan que es un hecho vandálico, de daño a la propiedad.
Este último es el más recurrente, el de asociar al graffiti con la suciedad y la rebeldía. Hay quienes se desconciertan al enterarse de que el graffitero estudia en una universidad o que posee un trabajo estable. Es entendible ya que el graffiti es un acto ilegal que sucede en las calles, comúnmente de noche, hoy en día esa cavilación ha cambiado, y se entiende al graffiti como un acto más de expresión artística o personal.
Ahora bien, dada la introducción, vamos a desglosar estos conceptos. Ya sabemos que el arte rupestre fue realizado por seres humanos, en distintos periodos. A demás se han encontrado pruebas de pinturas superpuestas, es decir, que las distintas personas que han pasado por ahí plasmaron su arte, sin importar la figura anterior. Con el graffiti sucede algo similar, sin ir muy lejos, por nuestras ciudades, si prestamos atención, en una sola pared encontramos un sinfín de graffitis, de distintas personas, algunos casi tapados por completo. Visto de esta manera tanto el arte de las cuevas como el arte de las calles se parecen. Personas que pasan por un lugar físico y pintan lo que sienten o lo que ven. Pero ¿Que sucede si se realiza un graffiti sobre una obra de arte rupestre?
Escándalo-Repudio-Negación
¿A quién se le ocurre “dañar” una obra de tal calibre? Totalmente entendible este pensamiento, estamos comparando una manifestación datada antes de cristo, con una manifestación actual, la primera nos enseña nuestro pasado, y la otra nos muestra el presente. Sin embargo, no deja de ser la misma forma de actuar, hasta podría considerarse el pintar un graffiti sobre una obra de arte rupestre, como un accionar posmoderno, desafiando lo éticamente aceptado, así que ¿Por qué una es más importante que otra? ¿Por qué a una se la cataloga de arte y a la otra de vandalismo? Es un tema que invita a la reflexión, el graffiti actual puede pasar a la historia tranquilamente, como los de Pompeya y Herculano.
En definitiva la humanidad necesita dejar una marca, una pista de lo que somos. Y al final estos rebeldes que se animan a desafiar las leyes, que crean incomodidad en la sociedad, esos que no comprendemos del todo, son los que ayudaran a las generaciones futuras a entender nuestra caótica realidad presente.